FUNDADORA DE LA CONGREGACIÓN DE HERMANAS FRANCISCANAS
MISIONERAS DE MARÍA AUXILIADORA.
María Bernarda Bütler fundadora de la Congregación de Hermanas Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora, nació en Suiza y murió en Cartagena de Indias (Colombia). Siendo ya religiosa franciscana en su patria, marchó a Ecuador para desarrollar su vocación misionera, y luego pasó a Colombia.
María Bernarda (nombre de pila: Verena) nació y fue bautizada en Auw (cantón de Argau, Suiza) el día 28 de mayo de 1848. Era la cuarta hija de Enrique y de Catalina Bütler, campesinos humildes y fervientes católicos practicantes.
En plena juventud, ingresó en el monasterio franciscano de María Auxiliadora, en Altstätten (Suiza, el día 12 de noviembre de 1867, a los 19 años de edad. El 4 de mayo de 1868 vistió el hábito religioso, tomando el nombre religioso de María Bernarda del Sagrado Corazón de María. Posteriormente hizo la profesión religiosa el 4 de octubre de 1869, consagrándose totalmente a Dios para siempre.
María Bernarda se destacaba por su virtud, su profunda oración y sus cualidades humanas; por ello, no tardó en ser nombrada maestra de novicias y, más tarde, superiora del monasterio. Servicio que prestó hasta su partida para las misiones de América latina.
En Ecuador trabajaba Mons. Pedro Schumacher, obispo de Portoviejo, quien escribió al convento de María Auxiliadora en Altstätten- Suiza, relatando el total abandono en que vivía la gente de aquellas tierras y ofreciendo su diócesis como campo misionero. María Bernarda tuvo el convencimiento de que aquella invitación era una clara llamada de Dios a anunciar el Evangelio y a fundar una casa filial del monasterio de Altstätten en tierras ecuatorianas. Tras vencer la resistencia inicial de las autoridades eclesiásticas por ser éste, un monasterio de vida contemplativa, y después de obtener el permiso pontificio para dejar el monasterio, el 19 de junio de 1888, se dirigió, con seis compañeras, a Le Havre, Francia, donde embarcaron las siete hermanas, rumbo a Ecuador.
Aquel paso, concebido sólo como el inicio de la fundación de una filial misionera del monasterio suizo, fue el inicio de un proceso que convirtió a María Bernarda en fundadora de un nuevo instituto, la Congregación de Hermanas Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora.
Cuando llegaron a Ecuador, el obispo asignó a las siete religiosas la población de Chone, lugar difícil y espiritualmente abandonado, que contaba con unos 13.000 habitantes. Puso como bases de su actividad misionera la oración, la pobreza, la fidelidad a la Iglesia y el ejercicio de las obras de misericordia. Se encargaron de la educación de los niños y jóvenes, anunciándoles el Evangelio. Animaban la liturgia, visitaban y asistían a los enfermos y a los pobres.
Aquel paso, concebido sólo como el inicio de la fundación de una filial misionera del monasterio suizo, fue el inicio de un proceso que convirtió a María Bernarda en fundadora de un nuevo instituto, la Congregación de Hermanas Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora.
Cuando llegaron a Ecuador, el obispo asignó a las siete religiosas la población de Chone, lugar difícil y espiritualmente abandonado, que contaba con unos 13.000 habitantes. Puso como bases de su actividad misionera la oración, la pobreza, la fidelidad a la Iglesia y el ejercicio de las obras de misericordia. Se encargaron de la educación de los niños y jóvenes, anunciándoles el Evangelio. Animaban la liturgia, visitaban y asistían a los enfermos y a los pobres.
La semilla derramada por esta gran mujer y sus hermanas germinó y fructificó. Surgieron varias casas filiales en Ecuador. Pero la obra estuvo marcada también por el misterio de la cruz: pobreza absoluta, clima ardiente, inseguridades y dificultades de toda clase, se agregaron a malentendidos por parte de algunas autoridades de la Iglesia.
En 1895 la madre María Bernarda y más de 15 hermanas tuvieron que huir de Ecuador, a causa de una violenta persecución contra la Iglesia católica. En el puerto de Bahía se embarcaron rumbo a Colombia, y durante la travesía recibieron la invitación de Mons. Eugenio Biffi, obispo de Cartagena de Indias-Colombia, para trabajar en su diócesis.
Al recibir la invitación a Cartagena, fueron advertidas de que el lugar era una región ardiente, con una población muy pobre y necesitada. El día 2 de agosto de 1895 llegaron al puerto de Cartagena, donde Monseñor Eugenio Biffi las recibió paternalmente y les asignó como residencia un ala del hospital de mujeres, llamado Obra Pía, donde María Bernarda murió años más tarde.
El número de las hermanas creció y la congregación fundó casas en Colombia, Austria y Brasil. La madre María Bernarda permanecía temporadas con las hermanas en los diversos lugares, compartía con ellas su trabajo y su vida, era ejemplo vivo de sencillez evangélica, de oración y servicio a los más pobres y necesitados. Era quien edificaba y animaba a todas con el ejemplo de su vida. Atendía con ternura y misericordia a todos los necesitados en el alma o en el cuerpo, pero sus predilectos eran los pobres y los enfermos. Oraba, exhortaba, escribía y evangelizaba con admirable entrega e intensidad.
El número de las hermanas creció y la congregación fundó casas en Colombia, Austria y Brasil. La madre María Bernarda permanecía temporadas con las hermanas en los diversos lugares, compartía con ellas su trabajo y su vida, era ejemplo vivo de sencillez evangélica, de oración y servicio a los más pobres y necesitados. Era quien edificaba y animaba a todas con el ejemplo de su vida. Atendía con ternura y misericordia a todos los necesitados en el alma o en el cuerpo, pero sus predilectos eran los pobres y los enfermos. Oraba, exhortaba, escribía y evangelizaba con admirable entrega e intensidad.
Dirigió su congregación durante 32 años. Y cuando renunció con gratitud y humildad a este servicio, continuó animando a las hermanas con su ejemplo, su palabra y sus innumerables escritos, que son una mina de doctrina y de fecundidad espiritual.
Falleció el 19 de mayo de 1924, en la Obra Pía, a los 76 años de edad, 56 de vida religiosa franciscana y 36 como misionera en América Latina.
Su Intercesión ante Dios ha sido comprobada con innumerables milagros.
Dos grandes milagros han sido reconocidos expresamente por la Iglesia Católica, atribuidos a la intercesión de la Madre María Bernarda Bütler, que sirvieron, el primero, para la BEATIFICACIÓN y, el segundo aceptado por la iglesia como milagro, la condujo a la CANONIZACIÓN.
Cabe señalar que en estos casos la Iglesia pide el testimonio oficial de un tribunal médico, el cual corrobora que no hay explicación científica para las curaciones, en estos casos.
El milagro tomado para la beatificación ocurrió en 1969: la pequeña Liliana Sánchez, que por aquel entonces contaba con sólo 15 días de vida, presentaba ausencia de los huesos de la bóveda craneana e iba a morir en el corto plazo. Una religiosa de la congregación, la Hermana Filomena Martínez, le entregó a la mamá de la niña una reliquia de la Madre Bernarda y una novena. La señora colocó la reliquia en la cabeza de su hija y rezó la novena durante la noche del día que había recibido la reliquia y la novena. De la noche a la mañana, se produjo una reconstrucción ósea completa, verificada por los médicos.
Por otra parte, en el año 2002, Mirna Jazime Correa, una médica de 29 años de edad de Cartagena, presentaba neumonía atípica complicada con derrame pleural bilateral y síndrome distrés respiratorio del adulto (SDRA). A pesar de los tratamientos médicos y farmacológicos que le estaban practicando, no mejoraba. El día 5 de julio se encontraba desahuciada, conectada a unas máquinas médicas en cuidados intensivos, mientras sus signos vitales iban decayendo.
Al igual que lo había hecho en su momento la madre de la niña Liliana Sánchez, la mamá de Mirna colocó sobre la cabeza de su hija una reliquia de la Beata María Bernarda y pidió durante todo el día con las religiosas y personal de la clínica, la curación de su hija. Refieren testigos que a la oración se unió el personal de la unidad de cuidados intensivos.
Al igual que lo había hecho en su momento la madre de la niña Liliana Sánchez, la mamá de Mirna colocó sobre la cabeza de su hija una reliquia de la Beata María Bernarda y pidió durante todo el día con las religiosas y personal de la clínica, la curación de su hija. Refieren testigos que a la oración se unió el personal de la unidad de cuidados intensivos.
La sorpresa llegó al día después, cuando se observó en la enferma una mejoría general, que se acentuó con el correr de la jornada, sin que quedara ninguna secuela en los pulmones, luego de un cuadro de extrema gravedad. Varios médicos del centro de salud testificaron: “No hay explicaciones naturales o clínicas en dicha curación. Lo que esperábamos en el cuadro tan complicado de la doctora Mirna era su muerte. “La recuperación fue sorpresiva”.
El 6 de julio del 2007, el Papa Benedicto XVI autorizó la promulgación del decreto sobre este milagro, que ha sido el último paso en el proceso que finalizó con LA CANONIZACIÓN de la beata Madre María Bernarda Bütler.
Fue declarada por el Vaticano-Roma, por su Santidad Benedicto XVI:
SANTA MARÍA BERNARDA, el 12 de octubre de 2008.
Dimensiones principales de su vida fueron la intensa vida de oración, el apostolado con pobres, el servicio a los enfermos y desamparados, la educación, y las obras de misericordia. Además, la dirección de la Congregación. El 29 de octubre de 1995, Juan Pablo II la Beatificó. Y el Papa Benedicto XVI, la Canonizó el 8 de octubre de 2008.